jueves, 4 de octubre de 2007

¿Y dónde está la crítica?


¿La crítica de arte en Cartagena murió? ¿Quién la resucita? ¿Queda algún crítico?

Para Cartagena de Indias no sobran elogios cuando de describir su encanto, belleza y colorido se trata. Artistas, compositores y escritores coinciden en que la ciudad goza de un paisaje de innegable atractivo cuyo sentido de inspiración es casi inagotable, desde las pintorescas figuras de Bazurto o la arquitectura colonial de la ciudad vieja hasta la risa de la palenquera. Es una ciudad musa para el arte. ¿Cómo se explica entonces que una ciudad que goza de tales credenciales no cuente con espacios en los medios de comunicación para la crítica de arte?

El grado de sorpresa ante esta situación no es realmente alarmante. Por un lado existe una población indiferente hacia problemáticas gravísimas de carácter social en la ciudad (corrupción, prostitución, miseria) que por ende no resultará aludida por la extinción de la crítica de sus artistas. Y por el otro existe otra población que vive aquellas problemáticas y que naturalmente no le genera preocupación el mundo de la cultura y el arte.

Ricardo Chica docente de la Universidad de Cartagena y encargado de la crítica de televisión de la revista Viernes, señala que la apatía del público es producto de la falta de oferta cultural de la ciudad, pues no esta pensada para los sectores populares y de hacerlo tendría que ser necesariamente una oferta permanente, gratuita y de calidad. Esto sumado a la falta de un programa efectivo de educación orientada a la apreciación del arte en los colegios, da la estocada final para la falta de interés del público.

Sin embargo qué hay de esos cuya atención está fijada en la apreciación del arte, o para aquél embriagado de tanta inspiración emanada de las murallas que se le da por pintar, cantar, escribir o actuar. ¿No debería haber un espacio exclusivo en los medios de comunicación que satisfaga tal segmento de los cartageneros? Difícilmente.

No es nada nuevo saber que los periódicos son negocios, y como tales tienen prioridades comerciales, las banderas de la profundidad, el cubrimiento y verdad vienen después del número de publicidad que se vende. Los manuales de salvación de Bastenier no mencionan lo cultural como incentivo de venta, como tal ningún periódico sacrificaría cinco millones de pesos en publicidad por líneas de textos, y menos si no es política ni sucesos. En el caso de El Universal la coartada consiste en la publicación de la columna Al día con la Cultura, la revista Viernes y el Dominical espacios dedicados a la información cultural, unos más que otros.

¿De qué nos quejamos? Si bien el trabajo que se realiza desde el periódico no es despreciable, está lejos de equipararse a la esencia de una labor de crítica especializada, y en el peor de los casos se tratan de anuncios culturales que distan mucho de compararse con el despliegue informativo de épocas anteriores, de los comentarios de expertos cinéfilos como Alberto Sierra en los 70s y 80s o Mario Mendoza en la música e incluso el Tuerto López, antes y después de los 50 y ni hablar del Grupo de los 15 de la mano de Pierre Daguet en los 60’s y la columna de Rafael Díaz (Juan del arte) en El Diario De La Costa; es decir los críticos cartageneros se extinguieron o están por extinguirse, sus espacios en los medios ahora los ocupan catálogos de perfumes, entrevistas de sofá y fotos de recién graduados.

Entonces ¿Qué paso de los 60s hasta hoy que mató la crítica?

Existe una razón que es indiscutible para quienes se quejan de esta situación: No hay quien haga crítica en los medios. Eduardo Hernández, director del programa de artes plásticas de la Escuela Superior de Bellas Artes y curador del Museo de Arte Moderno de una niega la existencia de algún crítico en la ciudad, y que de existir sería aquel cuyo uso del lenguaje artístico de cuenta de un vasto conocimiento en la materia, un observador frenético y un mediador entre la visión del artista y el público. Zapatos difíciles de llenar. ¿Por qué? El mismo Hernández responde “El trabajo del crítico incomoda, disgusta y enfada, pero es necesario. La crítica es la maestra de todas las artes, es ella la que mide el desempeño de los artistas, es la que educa al público pues ayuda apreciar minuciosamente las obras; su ausencia limita el avance del desarrollo artístico porque sin ella no hay quien exija a los artistas”.

¿Quién se le mide? NADIE. Es decir a todas estas no hay quien la haga, y si la hace, no hay quien la lea.
Germán Mendoza, director de Nuestro Diario, en tono seco pero contundente dice que la falta de crítica de arte en los periódicos se dejó de hacer por “pura flojera”.

Sin embargo la situación es mucho más grave que un montón de periodistas sentados en mecedoras. Lizeth Urquijo, maestra en artes y coordinadora del departamento de artes de la Universidad Tecnológica de Bolívar señala que la crítica de arte cesó porque nuestros artistas no han transcendido de lo moderno a lo contemporáneo.

El arte contemporáneo es exactamente el tipo de arte que no se hace en la ciudad, no hay instituciones que enseñen las nuevas tendencias plásticas que se hacen en el resto del mundo y sobretodo no se cuenta con la infraestructura necesaria para realizar estos tipos de trabajo.


Que hablen mal, pero que hablen

Libardo Tarriba pintor y profesor de arte de la Escuela Superior de Bellas Artes advierte que los vicios de la crítica de arte son tantos que a veces es mejor “que ni se haga” y cuando se haga, si es que se hace: Debe ser una crítica objetiva.

Aunque un artista no puede darse el lujo de pasar desapercibido por la crítica, la sentencia de Tarriba no esta lejos de ser verdad, pues como él bien lo dice “la vanidad de los críticos y de los mismos artistas es insoportable, ambos creen tener un evangelio y conocer la verdad absoluta…son batallas de egos que al final terminan en reseñas apasionadas de los críticos y en artistas maniáticos”

“Ante la falta de espacios en los medios de comunicación, la crítica se queda en la bohemia y en los tertuliaderos, y ni siquiera es crítica como tal, son simples trivialidades de vino”; añade el profe. Entonces ¿Dónde están los críticos? Al igual que las brujas de que los hay los hay: Ricardo Chica para televisión, o los hubo, Héctor Rojas Herazo(Q.E.P.D.) o ya no lo son, caso de Natalia Gutiérrez, Manuel Lozano, o José Ricardo Escobar.

¿Cuál es la solución entonces? Para Hernández está en desencarnar la figura del crítico. “Si bien la ausencia de críticos es un problema grave, no se puede pensar en ellos como los letrados y eruditos de antes que se encontraban en un mar de analfabetas; sino que la crítica moderna debe orientarse a un sentido más constructivo que parta desde los estudiantes, artistas y de la misma gente” “antes sólo hacían crítica los escritores, ahora todos puede ejercer ese papel desde Internet, en foros como los de Esfera Publica o desde los blogs”

Para Urquijo está en empezar a proponer una agenda de arte contemporáneo, de manera tal que los artistas empiecen a ofrecer a la ciudad algo más que acuarelas. “En la medida que los artistas estén a la vanguardia de las nuevas técnicas y procesos artísticos se le podrá demandar a la ciudad los espacios para presentar estos trabajos. Hacer critica en una ciudad como Cartagena es difícil porque siempre es de lo mismo y de los mismos, no se avanza”

Finalmente para Chica y Tarriba se trata de que los programas de arte en los colegios se ejerzan con suficiente seriedad y orientados a la formación de un público que realmente aprecie el arte, como pintura, televisión, música o cine.

Esperar una revolución en los diarios no es la tarea.
Sí lo es esperar que el sistema educativo cambie y la gente vea la importancia de las artes en un centro “cultural” como Cartagena.
Sí lo es esperar que los artistas asuman la contemporaneidad y se abran los espacios de exposición para que está llegue.
Tal vez sí lo es esperar el lanzamiento de la revista especializada Ojo al Arte, que mesiánicamente llenaría el vacío dejado por los medios. Lo malo es institucional, lo bueno dicen que habrán críticos.

El cementerio de crítica está ¿Quién tiene la culpa? No la vaca, pero ¿quién lo critica?

1 comentario:

miguelopina dijo...

Interesante ... muy interesante