lunes, 1 de octubre de 2007

Gira que gira

Son muchas las generaciones –en especial de hombres- las que en su infancia se han entretenido con un pequeño juguete de forma cónica que se acompaña de una cuerda:el trompo.
Su funcionamiento consiste en enrollar la cuerda alrededor del trompo y halar con fuerza de uno de sus extremos, a la vez que se lanza el conjunto de cuerda-trompo contra el suelo, así, se consigue que el trompo gire sobre su punta, manteniéndose erguido y girando en el suelo.

Jugar “a los trompos” ha sido uno de los juegos más populares y extendidos en nuestro país al igual que en el resto de Latinoamérica, sin embargo, ha sido sustituido gradualmente por juegos más novedosos.

Según la Biblioteca Virtual Luís Ángel Arango, se tiene conocimientos de que el trompo data del año 4000 a C, y de que se han encontrado algunos ejemplares elaborados en arcilla en la orilla del río Eufrates, también se sabe que los romanos y los griegos tenían este elemento como juguete, de igual manera las culturas de oriente, China y Japón, quienes fueron los encargados de introducirlos en occidente.
Por otro lado, en su sitio web, la Embajada del Japón en Uruguay afirma que Los trompos fueron introducidos al Japón desde China y Corea aproximadamente 1200 años atrás. Como muchas otras importaciones, primero fueron disfrutados por los aristócratas, extendiéndose luego a la gente común.
A fines del siglo XVIII los llamados “trompos peleadores” también eran muy populares, y se usaban en el juego donde algunas personas apostaban sus casas y toda su fortuna a su trompo favorito.

Se cree que este juego de origen arcaico está asociado con rituales de adivinación e interpretación de presagios. No obstante, su uso más frecuente es el que la gran mayoría conoce: el del juego, tan extendido como para dar origen a expresiones coloquiales como “báilame ese trompo en la uña” muy usadas en países latinoamericanos como México, Venezuela y Colombia.

Según el portal de internet http://www.educar.org/ hay rastros de trompos en pinturas muy antiguas y en textos literarios que citan el juego, también hay diversos ejemplares de trompos americanos en México y en Argentina que dan testimonio de su permanencia en el tiempo. De ésta manera las características del trompo en cuanto a formas y tamaños, según la región son totalmente variados, y han llegado a hacerse trompos de todo tipo de materiales y modelos, con luces, musicales, con resortes internos, etc. pero el tradicional es el de madera y cordel.

Seguramente la tecnología en los juguetes incrementará con el paso del tiempo, y muy posiblemente los trompos, como ya es sabido, serán parte de esto.
Lo seguro es que el “jugar a los trompos” será una actividad que se negará a ser eliminada, mientras, siga dando vueltas en los recuerdos nostálgicos de la infancia, el trompo que alguna vez todo niño hizo girar.

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