martes, 4 de diciembre de 2007

Ruby Rumié, versatilidad hecha arte



Cuando se habla de arte en Cartagena, necesariamente hay que hacer referencia a Ruby Rumié, una de las artistas modernas con mayor recorrido y preparación en este campo, pero sobretodo una mujer que siente y refleja en sus obras aquello que hace parte de su cultura.
Próxima a cumplir 50 años, y con más de 20 dedicados al arte, Rumié es conocida en el ámbito local y nacional por su versatilidad, esa que le ha permitido explorar en la pintura, el ensamblaje, las instalaciones hechas con desechos, y más recientemente en la fotografía.
De Ruby se puede destacar su alto nivel cultural y un gusto por lo clásico que se desarrolló gracias a su pertenencia a una familia acomodada de Cartagena, en la que precisamente se formó como una mujer culta, elegante, amable, de carácter definido, y desde luego le permitió adelantar sus estudios de arte en reconocidas academias colombianas (Academia Nohra Lenon, Academia David Manssur y Academia de Bellas Artes de Cartagena), pero que también le permitió desplegar una gran sensibilidad para contactarse con algunas de las problemáticas sociales de su ciudad, encarnadas en sectores o barrios populares de la misma.
Desde su primera exposición (1985) en Cartagena, en la que estuvo claramente influenciada por el hiperrealismo, Ruby se preocupó por plasmar el rostro de los personajes propios del paisaje cartagenero, siendo entonces los cocheros, músicos, barberos, niños, mujeres, viejos y negros nobles, los protagonistas de retratos elaborados minuciosamente.
Los ensamblajes con muñecas y accesorios de tipo geométrico, ha sido otra de las etapas por las que ha ido conduciéndose la vida artística de esta mujer a la que también le interesó el empleo de la técnica del acrílico, como característica sobresaliente en algunas de sus creaciones.
Se puede hablar entonces de una evolución en la que Ruby ha tomado como punto de partida lo clásico para llegar a presentaciones alternativas en las que logra involucrar, la pintura, la fotografía y demás técnicas que dan cuenta su cambio de perspectiva.
Actualmente Rumié está radicada en Chile, país desde el que ahora proyecta su arte a un plano internacional, sin dejar de lado los temas que desde siempre le han inspirado. Es así como expone su obra: Getsemaní: Sujeto-Objeto, en la que deja constancia de todo lo aprendido durante años de trabajo en su taller, ubicado precisamente en ese barrio de Cartagena, que otrora cobijó a esclavos negros, artesanos y comerciantes de la época colonial, y que ahora se debate entre el interés por la explotación comercial de unos pocos y la resistencia de cientos de familia a renunciar a su tradición popular.
La muestra se compone de varias obras realizadas con diferentes técnicas (fotografías sobre volúmenes, videos, pinturas sobre madera y acrílicos) e instaladas en tres espacios distintos. En el primer espacio se encuentra un gran mosaico de 5907 fragmentos que corresponden a la población del barrio de Getsemaní, realizado con pintura laca sobre acrílico, que cubre un muro de 18 metros de largo.
Obras como ésta han sido el resultado de años de búsqueda interior en las que Ruby ha tenido también la oportunidad de mostrarse en importantes escenarios del arte mundial, y en ciudades tan representativas como París, Nueva York y Santo Domingo.
Todo esto dentro del constante descubrimiento en el que Rumié prácticamente se obsesiona con el sentido de lo humano, llevándola a asumir posturas críticas desde sus creaciones, en las que no es raro hacer una lectura de defensa hacia la mujer, los negros o blancos.
Estamos entonces frente a una artista que ha sabido llegar más allá de su naturaleza, para alcanzar a entender el arte como una herramienta social, que en esa medida adquiere un sentido y un valor que trasciende lo económico.
Ruby Rumié es definitivamente una mujer apasionada por lo que hace y conociendo de qué es capaz tiene la entereza para definirse a sí misma: “Me parece que lo mío, más que talento es una obsesíón por expresarme”.
Es Ruby una de aquellas artistas a las que no le faltan elogios, pero que a su vez le queda debiendo a su ciudad y a su país una producción artística en la que se pueda palpar su madurez y recoger el fruto de tantos experimentos y años dedicada a su pasión.
De sus primeras exposiciones en el Museo de Arte Moderno de Cartagena, muy poco queda en la retina y la memoria de sus paisanos, menos aún en las nuevas generaciones, a las que tanta falta les hace la figuración del arte y los artistas como parte de la cotidianidad.
Quizá muy pronto su carrera descollará definitivamente, y eso dependerá en gran medida de la tendencia artística que asuma para ser reconocida en cualquier lugar que se exhiba una de sus creaciones y que permita a un amante del arte detectar en ellas el sello Rumié.

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